martes, 22 de enero de 2013

EL BEATO FRAY DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ PREDICÓ EN ARJONILLA


     El beato Fray Diego José de Cádiz (Cádiz, 30-3-1743 - Ronda, 24-3-1801), fraile capuchino, asceta y gran orador, estuvo predicando en Arjonilla el 22 de diciembre de 1781. Dotado de una gran formación religiosa y de formidables cualidades histriónicas, Fray Diego José comenzó en 1771 las misiones populares capuchinas, recorriendo gran parte del territorio nacional y el andaluz en numerosas ocasiones. Recorría los pueblos y ciudades evangelizando a los fieles cristianos, con unas energías apostólicas que le hicieron hacerse con el sobrenombre de el segundo San Pablo.

     Según Marcelino Menéndez Pelayo, Fray Diego José de Cádiz es la figura más representtiva de la oratoria religiosa de España después de San Vicente Ferrer y San Juan de la Cruz. Fue betificado por León XII.
     En un recorrido por la provincia de Jaén, el 17 de diciembre de 1781 Fray Diego José llegó hasta la ciudad de Andújar donde estuvo predicando hasta el día 21. Al día siguiente salió para Arjonilla. Fray Antonio de Úbeda recoge en la revista Don Lope de Sosa una carta que Fray Diego José escribió el día 2 de enero de 1782 a su director espiritual, el Padre González donde le cuenta su paso por Arjona y Arjonilla y que dice así textualmente:
" Concluida la misión (de Andújar) el 21, salimos al siguiente para Arjonilla para predicar una plática y otra en Arjona. En ambas salieron a recibirnos mucho antes el clero, las villas, la nobleza e innumerable pueblo, con tal afecto de devoción y piedad, que no bastaban seis soldados de caballería y otros muchos que procuraban detenerlos. Esto me servía de ejercitarme la caridad que frecuentemente se conmovía mi interior, hasta sacarme lágrimas. Les tiraba mi corazón contras sus pies, deseoso que contra él procediesen, , volviendo por la honra del que buscaban, que era Dios, y no a mí. Aquí sentí un fuerte movimiento de gozo, paz, humildad, caridad y celo de la gloria del Señor que no se como expresarlo. Sea el Señor glorificado por todo; esto me hacía repetir no podía condenarse criatura alguna de aquellas, que con tan extraño impulso buscaban a su Dios en esta su villanísima criatura, para oir su palabra y guardarla; ni podía dejar de corresponderles con ternura y cariño al ver dejar sus labores, trabajos, etc., para venir a besar la mano, etc., sería nunca acabar, Padre de mi alma, querer relacionar los excesos de las gentes del Reino Santo de Jaén y sus inmediaciones. Dios les premie con mucha caridad."
     Sirva para satisfacción de los arjonilleros lo que Fray Antonio de Úbeda afirma a continuación sobre esta carta:
"No recuerdo haber leído en las cartas del Beato un elogio espontáneo, tan expresivo y tan completo, como el que hace el varón apostólico del Santo Reino de Jaén." ...  ... ¡Ojalá se hayan cumplido las palabras de este siervo del Señor!"